Queridos feligreses
El próximo día 9 de junio, Pentecostés, celebraremos en las Eucaristías el final de un curso cargado de iniciativas, acciones, encuentros, convocatorias… que nos han ayudado a vivir la fe y a incrementar, personal y comunitariamente, el seguimiento de Jesucristo, por este motivo damos gracias a Dios por todo lo vivido. La parroquia es “una determinada comunidad de fieles” y, como tal, queremos y debemos vivir la misión que Jesucristo nos encomendó: “Id y anunciad el Evangelio”. Así nos lo recuerda el plan diocesano de pastoral 2015-2020 y que, este año, se ha concretado, en nuestra programación pastoral diocesana, en ser “comunidades vivas y activas”. Todas las acciones pastorales que desarrollamos en Santa Engracia buscan el crecimiento en la fe, la edificación de la comunidad y la presentación del Evangelio hoy.
El elemento central de una parroquia es su ser comunitario y familiar, y su tarea es constituir un hogar de encuentro, formación, vivencia y celebración que haga suya la misión de la Iglesia. La parroquia hace visible y cercana a la Iglesia que ésta en medio de las casas de la gente. A la comunidad parroquial, como a la Iglesia, sólo se le entiende, se le comprende y se le ama desde la fe.
Somos una comunidad congregada en torno a Jesucristo que, con la participación de todos, afrontamos la misión de la Iglesia aquí y ahora.
En Santa Engracia, intentamos vivir el Evangelio de Jesucristo mediante la formación y el trabajo que desarrollan los distintos grupos pastorales, la acogida, escucha y atención a las personas
que se acercan, la promoción de actividades que nos ayuden a crecer como personas y creyentes y, por supuesto, con la celebración de la fe y los sacramentos. Su misión no ha perdido actualidad, aunque los condicionantes históricos o socioculturales y, por tanto, sus expresiones puedan variar. Son muchas las acciones pastorales que se desarrollan cada curso y todas están referenciadas al seguimiento de Jesús de Nazaret… ya sea la catequesis y la formación, las iniciativas sociocaritativas, o aquellas que buscan un “primer anuncio” del Evangelio. Todo encuentra su centro en la liturgia, lugar privilegiado de encuentro con el Señor y de comunión eclesial, pero que, de poco sirve, si no se desarrolla en el compromiso de vida de quienes participamos en ella.
Ahora que comienza un tiempo de descanso es un buen momento para dedicarnos más a la oración y reflexión, a la participación tranquila en la liturgia y a la formación. Con vosotros, doy gracias a Dios (el auténtico protagonista) por este curso y por todas las personas, comprometidas con la parroquia, que hacen posible su misión hoy.
Estoy a vuestro servicio.
Santiago Aparicio