Queridos feligreses
El pasado 14 de febrero comenzábamos una peregrinación cargados de ilusión. El signo de la ceniza derramada sobre nuestra cabeza era el punto de arranque para llegar a la meta de la Pascua. Cuarenta días para recordar los pilares de nuestra fe y actualizar nuestro compromiso con Jesucristo. Cuarenta días en los que vivir el ayuno, la oración y la limosna para “crecer en el amor”. Distintas acciones personales y comunitarias nos han ayudado en la cuaresma, pero ha sido Jesucristo quien nos ha acompañado, guiado y protegido en este itinerario que, en definitiva, es el camino de la vida del cristiano: vivir tras los pasos de Jesús.
Nos disponemos a celebrar la Pascua, los días centrales de nuestra fe. El pórtico es la entrada de Jesús en Jerusalén, que nosotros reviviremos portando ramas de olivo y que nos abrirá a los días de mayor amor, mayor pasión y mayor gloria. Jesús de Nazaret, “el hombre que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal”, en un gesto de amor extremo cargará con la cruz y, clavado en ella, se entregará hasta la muerte. Su cruz es nuestra cruz y la del mundo. En su cruz también pesan las injusticias y el hambre de muchas regiones, la violencia entre personas y países y la desigualdad,… en la cruz también están nuestras incoherencias y nuestro pecado. Una pesada carga que sólo Él puede llevar.
Los hombres matan pero el amor da vida. Cristo Jesús carga con la cruz… por amor. La muerte no tiene la última palabra. Dios se reserva la acción más grande: tras la vida… más vida, tras la cruz… resurrección, tras la muerte… esperanza, para todos. La Vigilia Pascual llenará de luz el corazón de los creyentes. Esa es nuestra esperanza y nuestra certeza. Jesucristo, muerto en la cruz, por amor, ha resucitado y está con nosotros. ¿Puede haber algo más grande? Nuestra vida adquiere un sentido distinto: merece la pena vivir en el amor con la mirada puesta en Dios que nos sostiene.
Pronto comenzará la pascua, es el tiempo de la alegría y de la Iglesia. Seguir a Jesús resucitado, presente entre nosotros, y edificar la Iglesia. Hemos experimentado al Señor y nos ha cautivado. Sabemos que también nosotros viviremos y sufriremos la cruz… cargaremos con ella, siguiendo a Jesús y Él nos aliviara. Pero creemos, sin duda, que tras la cruz está la resurrección. Es nuestro mensaje al mundo: Jesús resucitado, camina con nosotros, y nos invita a ser luz y esperanza para el mundo.
Estoy a vuestro servicio.