Queridos padres:
Parece que fue ayer y ya han pasado dos años desde que llegasteis a Santa Engracia para pedirnos que os ayudásemos a preparar a vuestros hijos para recibir la Eucaristía.
Lo primero, quería agradeceros a vosotros padres, porque vuestros hijos van a recibir estos días a Jesús por primera vez. Siempre les digo a los niños que son muy afortunados por tener unos padres que hayan pensado en una educación cristiana en estos tiempos que corren. Queréis para ellos lo mejor y, sin duda, lo mejor que les podéis dar es conocer y amar a Jesús.
Cada semana era una alegría esperarles, entrar con ellos en la iglesia, cantar, rezar y luego hablarles de Jesús. Hemos rezado con ellos y por ellos. Les hemos querido y nos han querido.
Con su sencillez, nos han recordado el valor de lo esencial, con su sonrisa, a ser generosos, con su vitalidad, a ser pacientes; en una palabra: a ser mejores.
Han sido dos años intensos de clases, oraciones, celebraciones, misa los domingos.. Sabemos bien el esfuerzo
y la colaboración que eso requiere, pero siempre habéis estado a la altura de lo que os hemos pedido para la formación de vuestros hijos. Gracias.
También para vosotros, padres, habrá sido una etapa de crecimiento en la fe a través de vuestros hijos y de las clases que habéis recibido de los sacerdotes. No dejéis que eso se pierda y seguid adelante con esta formación. Dios quiere acompañaros a lo largo de vuestra vida.
Ahora llega el momento de preparar y celebrar con alegría cristiana esta fiesta y no convertir la primera Comunión en una fiesta social, evitad caer en la tentación del despilfarro y del exceso de regalos: “el mejor regalo es recibir a Jesús”.
¿Y aquí se acaba? La primera Comunión, no debe ser la última. No es un punto y final, sino un punto y seguido para completar la llamada iniciación Cristiana que continúa hasta el sacramento de
la Confirmación y se desarrolla a lo largo de toda la vida. La catequesis de vuestros hijos continúa y podéis contar con la parroquia en esta nueva etapa.
Que la Virgen nos ayude a ser siempre como niños y se lo pedimos cantando: “María mírame… que si tú me miras, Él también me mirará”
Felicidades y enhorabuena
Una catequista de Sta. Engracia