La Parroquia de Santa Engracia es importante por infinidad de razones y por ello ocupa un puesto destacado en la Historia de la ciudad de Zaragoza. Sin embargo hay un apartado que pocos zaragozanos conocen. Esta parroquia tiene un enlace con la historia de la bicicleta en España. Sabemos que hasta hace unos decenios nuestra parroquia dependió de la diócesis de Huesca ¿Y qué tiene que ver esto con la bicicleta? Os lo cuento.
En 1867 Joaquín Costa viaja a la exposición universal de París. Allí vio en sus calles el artefacto de dos ruedas recién inventado por Michaux que logra desplazarse con unas palancas (pedales) acoplados a la rueda delantera. Costa manda un dibujo a la tertulia del casino de Huesca que finalmente acabó en las manos de Mariano Catalán, el mejor herrero de la ciudad. Esté construyó en secreto un velocípedo, el primero que se fabricó en España, en el otoño de 1867. La prueba se ejecutó con nocturnidad y en secreto en la plaza de toros de la ciudad. Catalán logró
lo imposible: el desplazamiento en equilibrio mediante el impulso autónomo a través de los pedales. Este hecho fue noticia en diversos periódicos madrileños que en ‘El Pedal Aragonés’ hemos recogido en una larga tarea de investigación.
Una vez logrado su objetivo Mariano Catalán construye dos bicicletas más, mayoritariamente de hierro, y el día 22 de marzo de 1868, junto con su amigo Gregorio Barrio deciden
lanzarse a la aventura de llegar hasta Zaragoza. Partieron a las cuatro de la madrugada de Huesca en medio de una notable expectación. Comieron y descansaron en Villanueva de Gállego y entraron en Zaragoza por el puente de Piedra pero Barrio lo hizo pie a tierra por temor a la pendiente. Ambos acabaron su viaje a las puertas de Santa Engracia a las cinco de la tarde y suponemos que fue aquí por estar nuestra parroquia referenciada a Huesca.
Desde hace tres años el club zaragozano ‘El Pedal Aragonés’ ha recuperado la hazaña de estos oscenses y en su honor ha institucionalizado la marcha cicloturista ‘La Pionera’. Pero no es una marcha normal. Es exclusiva para bicicletas clásicas y los participantes debemos llevar monturas “viejas” con vestimenta de maillots de lana (prohibida la licra)
Partimos como los pioneros de Huesca de madrugada, pedaleamos toda la noche parando a degustar trenza de Tolosana en Almudévar y huevos fritos en Villanueva de Gállego, para llegar a eso de las nueve de la mañana al pórtico de Santa Engracia, donde nos conjuramos a volvernos a ver al siguiente año. Este año, al final del viaje, estuvimos acompañados del párroco, don Santiago Aparicio, que nos recibió cual cicloperegrinos y se hizo una emotiva fotografía con los participantes. No pudimos tener mejor cierre para ‘La Pionera’. Ahora solamente nos falta que algún parroquiano de Santa Engracia se anime a venir el próximo año.
Ángel Giner