El 16 de abril el Martirologio Romano incluye los siguientes elogios:
+ En Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, conmemoración de san Optato y sus diecisiete compañeros, mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano fueron ejecutados, después de ser atormentados, componiendo Prudencio unos versos sobre su glorioso martirio. Sus nombres son: Luperco, Suceso, Marcial, Urbano, Julia, Quintiliano, Publio, Fronto, Félix, Ceciliano, Evodio, Primitivo, Apodemio y otros cuatro que llevaban todos el nombre de Saturnino.
+ En la misma ciudad de Zaragoza, santa Engracia, virgen y mártir, que sufrió duros suplicios, quedándole las llagas como testimonio de su martirio
+ De nuevo en Zaragoza, santos Cayo y Cremencio, que en la misma persecución perseveraron en la fe en Cristo, superando las torturas que se les infligieron.
Su martirio se coloca tradicionalmente en fecha imprecisa del s. IV. Tradicionalmente se les ha situado en la persecución de Diocleciano, en el año 303 Hoy se considera como dato probable que sufrieron la persecución de Valeriano (253-260), la misma que murieron San Fructuoso y sus diáconos en Tarragona, San Sixto II y San Lorenzo en Roma y san Cipriano en Cartago. San Vicente sí que sería un mártir de Diocleciano (303-304) y la muerte de san Valero se sitúa entre el 305-315. Cayo y Cremencio serían propiamente confesores: fueron apresados y torturados, sin llegar a morir. Los nombres de aquellos “Saturninos”, según san Eugenio de Toledo serían Jenaro, Casiano, Matutino y Fausto
El poeta Prudenabrcio le dedicó un espacio particular en su poema Peristephanon, describiendo sus torturas. Murió a consecuencia de las heridas, pero no fue decapitada. Sus restos se conservaban en un sepulcro propio.
La tradición amplió su historia, convirtiéndola en una joven de Braga (Portugal) que se dirigía al Rosellón a desposarse con un jefe militar romano. Se detuvo en Zaragoza cuando se estaba desarrollando la persecución por parte de Daciano, que la hizo arrastrar por unos caballos, rasgar su cuerpo con uñas de acero hasta sacarle un trozo del hígado, cortarle un pecho y clavarle un clavo en la frente. Su cuerpo y el de sus acompañantes (de los cuales Suceso sería su criada y Lupercio su tío) sería enterrado por un supuesto San Prudencio, obispo de Tarazona. El P. Risco, en el tomo 30 de la España Sagrada (1775) desmontó esta tradición.
La tradición considera que la cabeza de San Frontonio llegó por las aguas del Jalón hasta Épila, de donde es patrón.
En torno a estos santos surgió un importante culto, dando origen a la actual Basílica. La memoria de los cuerpos de los mártires se perdió hasta que fueron encontrados en el s. XIV. Santa Engracia fue declarada patrona de la ciudad de Zaragoza en 1480. Su culto se extendió por España, Portugal y América. Desde 1999 el calendario diocesano de Zaragoza trasladó su fiesta del 16 de abril al 3 de noviembre, con el rango litúrgico de fiesta.