Queridos feligreses:
Han pasado unas semanas desde el comienzo de mi ministerio como párroco de Santa Engracia y quiero aprovechar estas líneas para presentarme brevemente y, al mismo tiempo, compartir las primeras sensaciones que he podido vivir en este tiempo entre vosotros.
Nací en Zaragoza, pero toda mi infancia la viví en Tosos, un pequeño pueblo de donde procede mi familia. A los catorce años ingresé en el Seminario de Zaragoza y, tras realizar los estudios eclesiásticos, fui ordenado sacerdote en 1999. He ejercido el ministerio sacerdotal en las parroquias de Nuestra Señora del Rosario (la Almozara) y en la de Santa María (Montecanal). También en la Juventud Estudiante Católica. Desde 2010 soy vicario episcopal de la zona I. Os confieso que comienzo esta etapa con ilusión y entrega. Estoy acompañado por buenos sacerdotes, por las Hermanas Auxiliares Parroquiales y por un numeroso grupo de laicos que participan muy activamente en la misión pastoral de la parroquia.
“La sangre de los mártires, semilla de nuevos cristianos”. Nuestra comunidad cristiana de Santa Engracia se sitúa en el Santuario de los mártires de Zaragoza. Ellos son expresión de la fuerza de la fe que, a pesar de las dificultades, se abre paso en la vida de las personas. La misma fe en Jesucristo, que movió a tantas personas a entregar su vida, es la que nos sigue movilizando hoy y nos
hace testigos del Evangelio en todos los ámbitos de nuestra vida. Cada día, cuando hacemos memoria de los mártires, nos comprometemos a ser testigos para que todos conozcan al Señor.
Un monasterio en medio de la ciudad. Ni las guerras y conflictos recurrentes, ni el bullicio de la ciudad, han sofocado la herencia monástica de Santa Engracia. Hoy, el antiguo monasterio, se abre a cada persona que quiere encontrar paz y sentido ante las situaciones de su vida. El silencio de la cripta, la serenidad del templo, o el frescor del patio, son espacios privilegiados para el descanso, la reflexión y la oración. Las celebraciones de la Eucaristía, el sacramento de la Reconciliación, los actos de piedad o los momentos de interiorización ejercen un gran atractivo… son puertas abiertas para vivir el misterio del amor de Dios.
Una parroquia que vive su fe en el siglo XXI. Nuestra secular parroquia tiene gran actualidad. Gracias al compromiso de muchas personas desarrollamos infinidad de acciones para que resuene el Evangelio hoy. Catequesis, liturgia y caridad son los ejes que hacen sentir, de distinta manera, el misterio de amor de Dios. Sacerdotes, miembros de vida consagrada, laicos… estamos al servicio de Dios y de los demás. S. Francisco de Asís decía: “Predica el Evangelio en todo momento y, si es necesario, utiliza también las palabras”. Hoy, como ayer, la mejor manera de presentar la fe es el testimonio de personas y comunidades vivas que muestren la alegría del Evangelio.
Este es mi deseo y cuento con cada uno de vosotros para hacerlo realidad. Os pido un favor, rezad por mí y por todos los sacerdotes que estamos a vuestro servicio.
¡Muchas gracias por vuestra acogida! Estoy a vuestra disposición.
Santiago Aparicio